Para marzo del 2020 llega a Colombia una enfermedad desconocida, que ya había arrasado con muchas vidas en Asía y Europa y cuya única prevención aplicable era la aplicación de cuarentenas masivas.
Los colegios, los trabajos en oficina, las actividades sociales, todo queda suspendido y la humanidad queda a la espera de que la velocidad de contagió se reduzca. En nuestro país tras 6 meses en los que se dictaron varias cuarentenas estrictas y flexibles se inicia en el mes de septiembre la reapertura de la actividad económica, fuertemente afectada, y de algunas actividades sociales.
La necesidad de retomar actividades nos lleva a pasar de cuidados en casa a establecer protocolos de bioseguridad en espacios compartidos y a ejecutar desde nuestra parte procedimientos preventivos para evitar el contagio.
Para las personas en general, lo más recomendables es el uso del tapabocas de manera constante, mantener el distanciamiento social (2 metros recomendado), evitar tocarse ojos, nariz y boca, orificios por los que puede ingresar el virus al cuerpo, limpiar y desinfectar las superficies y objetos tocados, realizar el lavado frecuente de manos y evitar salir o tener contacto con personas en caso de presentar síntomas de gripa, incluidos síntomas leves.
En el caso de empresas, restaurantes, supermercados, centros comerciales, notarias, centros de culto, oficina de trabajo, se hace obligatorio el registro del ingreso de personas, la toma dela temperatura, este con el fin de verificar que no ingresen personas con fiebre, el uso permanente del tapabocas, la desinfección de zapatos, el suministro de desinfectante de manos, los establecimientos deben asegurar la desinfección de las superficies con una frecuencia especifica. Y si bien, todos estos procedimientos buscan prevenir el contagio y son entendidas como aliadas de la salud, todos los protocolos de bioseguridad y cuidado personal están generando una gran cantidad de residuos, a los cuales se les debe agregar los residuos hospitalarios, los cuales presentan un mayor riesgo de contagio dado que tienen mayor exposición al virus. Todos estos desechos generan por un lado impacto en el medio ambiente y requieren un tratamiento especial que puede ser desconocido por las personas y empresas.
Según lo indicado por el Gobierno Nacional en la guía metodológica sobre disposición de residuos en la coyuntura del coronavirus “Todo lo que debe saber sobre residuos en tiempo de coronavirus”, los residuos generados por personas con sospecha de contagio o contagio confirmado del covid-19 deben ser tratados como residuos peligrosos. En ese orden de ideas, en el tratamiento de residuos domiciliarios y de empresas diferentes a sector salud, elementos como tapabocas, pañuelos, guantes, etc, deben ser desechados en bolsa negra, aplicando desinfectante tanto al interior como al exterior y escribiendo en el exterior muy claro que no son residuos aprovechables, de tal manera que no sean manipulados por recicladores y sean recolectados por los operadores de recolección de basuras autorizados.
En el caso de los residuos generados por el sistema hospitalario, estos deben ser desechados conforme a los señalado en el Decreto 780 de 2016 y la Resolución 1164 de 2002,correspondiente a residuos peligrosos, por lo tanto, se deben disponer de ellos en bolsa roja y sólo pueden ser recogidos por las empresas autorizadas para el manejo de residuos peligrosos hospitalarios. El debido conocimiento de las instrucciones para el manejo de desechos con exposición al COVID-19, permitirá a la sociedad en general evitar el establecimiento de otras fuentes de riesgo de contagio y una afectación menor a población vulnerable como lo es la población de recicladora y con mayor importancia dado que la cura y tratamientos óptimos para este virus aún no se ven venir en un futuro cercano y tendremos, como sociedad, gestionar correctamente estos desechos un largo tiempo.